El pasado 26 de noviembre se llevó a cabo en el Palacio de Bellas Artes la Sesión Académica Solemne de Investidura de Académicos de Número de la Academia Nacional de Arquitectura; aquí trato de explicar de qué se trata y cómo se podría traducir esto en términos de utilidad.
La Academia se fundó en 1978 por Mario Pani, con la participación de los arquitectos más reconocidos en su ejercicio profesional y docente, como José Villagrán García (académico emérito Número 1), Augusto Álvarez, Pedro Ramírez Vázquez, Enrique Yáñez y Teodoro González de León, por citar sólo a algunos.
Entendida la arquitectura como una disciplina de servicio que encuentra su sentido en la expresión de la cultura al servicio de la sociedad, los objetivos que se plantearon para la Academia desde su fundación fueron los de conceptualizar, valorar, orientar y difundir, en virtud de su lema: “conocer, reconocer y dar a conocer la arquitectura”. Sin embargo en la actualidad se reconoce que el crecimiento urbano ha rebasado lo imaginado en los años 70’s por nuestros arquitectos, y lo relevante ahora sería encontrar o redescubrir cuál es el papel que deberíamos jugar (los arquitectos) en nuestras ciudades hoy. Con una aspiración de “reposicionar nuestro oficio” –ostensiblemente rebasado por el azaroso resultado de nuestras ciudades…- y con una propuesta concreta de revisión profunda de la Ciudad de México, el Arq. Francisco Covarrubias, actual Presidente de la Academia Nacional de Arquitectura, acompañado por un presídium de distinguidos arquitectos-académicos, dirigió la investidura de 44 nuevos Académicos de Número que fuimos incorporados para renovar a la Academia como institución de reflexión, promoción, fomento y desarrollo de la Arquitectura en nuestro País. Esta tarea será atendida mediante la integración de 4 seminarios en los que se pretenden producir propuestas dentro de los siguientes ámbitos:
Sobre “El Oficio”; creación y construcción. Teoría y práctica de la arquitectura.
Sobre “La Habitabilidad”; principio y fin de la arquitectura. La calidad de vida de las personas en los espacios arquitectónicos.
Sobre “El Patrimonio”; puesta en valor de la arquitectura como patrimonio cultural y social de los mexicanos.
Sobre “La Ciudad”; conglomerado humano sede natural de la arquitectura, el urbanismo y de la convivencia social de los habitantes
Representando a su vez a 4 grupos de nuevos académicos de currículum muy diverso, que buscaremos abonar al “reposicionamiento profesional”, y sobre todo a la posibilidad de transformar positivamente a nuestras ciudades en su habitabilidad y riqueza.
De la ceremonia y de los mensajes que se dijeron en relación a cada uno de los citados seminarios, se desprendieron reflexiones sumamente significativas: sobre “El Oficio”, por ejemplo, sólo un 20 % de la población habita en “arquitectura”, es decir, en obras que fueron proyectadas por arquitectos, de allí el afortunado anhelo de poder trabajar para ese 80% de la población que ve en nuestra disciplina un artículo de lujo inalcanzable; sobre “La Habitabilidad”, de igual manera, ¿qué tanto una buena arquitectura representaría a “buenas personas”? ¿Podemos definir el decoro, y las condiciones mínimas del hábitat de la población? O sobre “El Patrimonio”, la urgencia de tener una cultura de conservación, aprovechamiento y puesta en valor de edificios patrimoniales con una visión acorde a las necesidades del siglo XXI ¿será posible? Y por último, sobre “La Ciudad”, que cada día representa un creciente interés para la sociedad por ser el “aparato” más sofisticado que haya creado la humanidad, ¿podrá ser un mejor lugar para vivir? La Academia Nacional de Arquitectura lo considera posible, cuando menos en lo que toca a estas nuevas condiciones para intentarlo. Enhorabuena.
JVdM