La palabra “moda” viene definida en el Larousse Ilustrado como “Uso pasajero en materia de trajes y costumbres: esta tela no está de moda…” En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como: “Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos.” Por su parte la definición de “modo” viene como: “Aspecto que ante el observador presenta una acción o un ser”…. Veamos Wikipedia: “La moda (del francés, mode y éste del latín, modus, modo o medida) indica en su significado más amplio una elección o, mejor dicho, un mecanismo regulador de elecciones, realizadas en función de criterios subjetivos asociados al gusto colectivo.” El término se usa comúnmente en estadística, o en temas electorales, por ejemplo.
Así como en la vestimenta las modas van y vienen (lo único que pasa de moda es la moda) en arquitectura siempre ha pasado lo mismo. Las corbatas o las solapas se hacen anchas y delgadas, y las columnas, las trabes u otros elementos arquitectónicos suelen sufrir similares efectos, puertas ventanas, colores, etc. Hay arquitecturas pesadas y ligeras, que más que haber respondido a problemas tectónicos o topográficos responden a… la moda. Pero ¿quién dicta la moda?, ¿es buena o mala?, ¿a qué porcentaje de la población le importa? ¿De la moda lo que te acomoda? Una reflexión: es natural que los arquitectos aspiremos a que nuestras obras perduren en el tiempo y en ese sentido tememos que se vuelvan “demodé” (pasadas de moda). Sin embrago puedo respetar la opinión de que actuar según lo dicta la moda es asumir el momento histórico que se vive y en este sentido la arquitectura habla de ello con subrayado testimonio. Puede ser, pero se (me) antoja peligroso (dependes de la “buena época”). Sólo cuando se trabaja en “arquitectura efímera” si acaso: stands, escenografías para teatro o cine, o en diseño de aparadores quizás. Pero para los arquitectos que buscan la atemporalidad, ¿el gusto colectivo es un problema? A veces, pero también es un concepto que ha cambiado exponencialmente. Ahora el gusto colectivo se puede medir quizás en número de “likes” en youtube o en las redes sociales. Lo que hay ciertamente es gusto para todo y para todos…entonces otras preguntas: ¿qué me debería gustar?, ¿con qué, con quien y en donde me encuentro bien? ¿la moda es una actitud? Quizás ésta última sea una mejor definición que, además, puede traer escondida la posibilidad de que la habitabilidad sea medible, si vemos la parte estadística o cuantitativa del tema.
Al final la moda siempre se ha impuesto sola mediante movimientos artísticos, filosóficos o intelectuales (suprematismo, modernismo, deconstructivismo o minimalismo), con etiquetas light (“cool”) si se quiere. La revolución informática y la globalización abonan bien a la moda, pero a saber, allí se localiza el peligro mayor de “…importar arquitecturas nórdicas a geografías tropicales”. En arquitectura, por más engañoso que sea el terreno y la práctica profesional en ese sentido, las etiquetas estorban. Es preferible hablar de buena o mala arquitectura, sin compromiso con la moda ni con grupos modistos (que no modélicos), solo con la buena arquitectura. Contrariamente a la moda, la buena arquitectura perdura, y abre nuevos caminos a sabiendas de que es prácticamente imposible sustraerle forma física (ni la Torre de los Vientos de Toyo Ito, o el “vaporoso” Blur Building de Diller+Scofidio +Renfro)
Por su parte, la sostenibilidad, si bien viene con un pesado disfraz “a la moda”, en realidad escapa al estigma de la etiqueta: es una “caída de veinte”, una nueva forma de vida (que llegó para quedarse, porque una vez que cayó el veinte no se puede hacer caso omiso) que busca salvaguardar el bienestar de las futuras generaciones. No es algo exclusivo de los arquitectos o de las carreras creativas, obviamente, mucho menos una moda.
JVdM