Con Perspectiva 12feb2012 / “Hiperlumen. Una lección”

Hace unos días, respondiendo una encuesta de ranking de universidades, me topé con una pregunta verdaderamente curiosa e interesante: ¿de que empresas mexicanas de su ramo se siente orgulloso? Independientemente del “para qué” de la pregunta, estuve cierto tiempo “en blanco” hasta que llegaron a mi mente, dos: Cemex (quizás por mi experiencia en el Premio Obras Cemex 2010, una gran empresa…), y Lumen, por su más reciente tienda Hiperlumen en Insurgentes Sur, frente a la estación del metrobús Dr. Gálvez.

A través de estas líneas proponemos un “comentario descriptivo” de este edificio, ya que sin duda representa una lección por diversos motivos.

En primer término hay que recordar que la papelería Lumen, siempre se ha distinguido por su buena arquitectura desde las primeras tiendas: el muy prestigiado arquitecto Antonio Attolini Lack, estableció las bases de diseño, proyectó y construyó con maestría tiendas como la del Centro Histórico en la calle de República del Salvador, la tienda del Relox en Insurgentes Sur, o la extraordinaria tienda de Arquímedes en Polanco, con su gran pórtico de concreto aparente “enduelado”. Auténticas “boutiques” que aportaron conceptos como el “autoservicio” en vez del “mostrador”, y que integraron sin distingo, arquitectura, diseño industrial y diseño gráfico, con una calidad de obra inusitada.

La nueva tienda Hiperlumen constituye en realidad una “mudanza” ubicada a un costado del conocido y preexistente Hiperlumen “azul”, que a su vez contaba con uno de los más amplios frentes sobre Insurgentes Sur. En un terreno francamente estrecho, subutilizado, con una superficie y frente considerablemente menores, además de una restricción de 12 mts. de altura derivada de una zona de desarrollo controlado en Chimalistac, hoy se encuentra una nueva tienda sorprendente por las oportunidades de diseño que se encontraron en las limitaciones citadas arriba.

Los arquitectos Luis Méndez, Cesar Pérez Becerril y José Parrilla fueron los responsables del proyecto de este edificio que, además de resolver las necesidades de espacio implícitas en el encargo, cumple sobradamente con el reto y la solicitud de construir una “supertienda”. Se fijaron reglas conceptuales determinantes desde un inicio: una conciencia urbana sostenible, estructura, e instalaciones expuestas, un sistema constructivo totalmente aparente, que refrenda el valor de lo arquitectónicamente “verdadero”, y que refleja la visión, la personalidad y la “forma de ser” del negocio.

La solución arquitectónica parte de un basamento que contiene 3 niveles subterráneos de estacionamiento, trabajado con losas de concreto prefabricado “doble T”, sobre muros de concreto aparente impecablemente construidos. El edificio –levemente hundido para cumplir con los 12 mts. de altura límite-, desde el nivel de la banqueta se presenta súper ligero, ortogonal, ordenadísimo, todo a base de estructura metálica atornillada con una cancelería igualmente metálica de grandes planos horizontales de cristal. La estructura con sus columnas exentas al interior del edificio libera sus tres fachadas, acentuando la presencia de grandes muros cortina de cristal transparente con un gran parasol de placas de celosía metálica hacia el sur, regulando la luz de la “fachada larga”.

Se trata de un edificio muy transparente que deja ver todo lo que ocurre en su interior desde la banqueta y desde el automóvil inclusive. El sueño del local comercial ideal.

Cuando se ingresa a la tienda, peatonalmente desde insurgentes o desde el estacionamiento, se descubre que el edificio es amablemente “accesible” por el sistema de elevadores (encapsulados en cajas de cristal) que comunican al estacionamiento con la tienda en sus distintos niveles. Así mismo los núcleos de escaleras en granito gris natural –suspendidas de las techumbres en algunos casos- reflejan el cuidado artesanal de los despieces de todos los elementos arquitectónicos y estructurales del edificio. La solución de la tienda apostó, por un esquema de espacios a dobles alturas con mezzanines o balcones interiores, con iluminaciones cenitales y “dientes de sierra” hacia el norte, que si bien tuvieron un costo de sacrificio en metros cuadrados utilizables, producen una atmósfera de amplitud y bienestar ideal para la clientela. Otro acierto adicional.

Fieles a la tradición Attoliniana de diseñar todo integralmente, se repensó todo el mobiliario de la tienda: los mostradores de cristal, las mesas de trabajo, las cajas de cobro, las mesas de entrega de papel…todo con un alto grado de detalle y sofisticación funcional.

Vale la pena reflexionar cómo en un mundo cada vez más globalizado, (del otro lado de Insurgentes hay un Office Max, por ejemplo), sí podemos ser competitivos y mejores, inclusive. Este edificio es una respuesta interesante y una propuesta sumamente positiva del “cómo sí”. Como si la magnífica pieza de buena arquitectura fuera más que un lujo, un compromiso. Yo encontré una lección, enhorabuena.

JVdM