A finales de 2008 los arquitectos Cristina Téllez, Juan Doménech y Pablo Mondragón – TDM Arquitectos- me invitaron a colaborar en un proyecto fascinante como reto, y de cierto interés para nuestra ciudad. Aquí una breve reseña histórica a manera de introducción o primera parte.
El Ex Molino de Belem es un antiguo complejo cuyo origen se remonta a los tiempos de Hernán Cortés, y a su interés por la siembra de trigo y la explotación de molinos. Se trata de un sitio eminentemente patrimonial localizado al poniente de la Ciudad de México que, aunque quedó sepultado por el desbordante crecimiento urbano, es de gran importancia por diversos motivos que se originaron en la “vocación hidráulica” del lugar.
“Los ríos y arroyos encontrados en el poniente de la Ciudad irrigaban majestuosamente el Valle de México. Al norte encontramos el Río Hondo, Río de los Morales, Río Santa Fe, y Arroyo de los Dolores; y al sur, el Río Tacubaya que al pasar por la Villa de Tacubaya se juntaba con el río Becerra para formar el Río de la Piedad, el Río Mixcoac, Río Churubusco, Río San Ángel y Río Magdalena…” “En el área de Tacubaya y Chapultepec se asentaron varios Molinos como el de Nuestra Señora de Belem, el de la Cadena, el de la Castañeda, los de Valdés, el de los Morales, el de los Alfileres y el de Santo Domingo. Podría entonces interpretarse que los Molinos de Santa Fe, el de Santo Domingo y el de Nuestra Señora de Belem hayan sido los molinos de Cortés”.*
La historia del Ex Molino también conocido como Rancho de Coscoacoaco (lugar donde está el águila de collar o cabeza bermeja) ha sido muy azarosa, como es común en edificaciones que tuvieron origen en el siglo XVI. Lo más antiguo de lo que existe hoy es acaso de la primera mitad del siglo XVIII, un molino construido por Juan Ramírez de Cartagena, síndico del Ayuntamiento de la Ciudad de México quien solicitó en 1725 la concesión para beneficiarse de las aguas del Río de Tacubaya y explotar un molino de trigo. En 1735 vendió a Faustino Mexía quien quebró y remató la propiedad en 1742. En 1749 La Compañía de Jesús adquiere el Ex Molino pero en 1767 los jesuitas son expulsados de todos los dominios de la Corona española. En 1782 es adquirido por don Juan José de Oteyza y Vértiz (destacado geógrafo y matemático) pero la adquisición le trajo numerosos pleitos de distinta índole hasta que en 1792 perdió la propiedad y tuvo que cambiar nuevamente de manos. En 1806 el nuevo dueño fue el español don José María Fagoaga quien lo vendió en 1818 a don Felipe Miranda Avilés, custodiándolo hasta su muerte en 1831. Su mujer lo vendió a una Sociedad formada por la Sra. Benavides viuda de De la Torre e hijos. En 1861 lo adquirió el señor José Inés Salvatierra, cuyos descendientes vendieron a Enrique Gosselin y en 1874 pasó a manos de la Sociedad Benfield, Breker y Compañía. Hacia 1840 se rentó a la Sociedad Marshall y Compañía que se encargó de montar una fábrica de Papel que inició su actividad en 1841, liderada por Alejandro Marshall y Guillermo Benfield. Al poco tiempo, Benfield y su hijo Juan fundaron allí la Compañía Papelera Mexicana que, junto con la fábrica de Loreto en San Ángel, protagonizó los inicios de la actividad industrial de nuestro País. El Ex Molino fue muy conocido como la Fábrica de Papel de Belem.
El 17 de marzo de 1910 se vendió la Fábrica y sus terrenos al Gobierno Federal, cuya superficie comprendía alrededor de 190 hectáreas colindantes con la Hacienda de los Morales, el Panteón de Dolores, el Río Tacubaya y con terrenos de Santa Fe. Se ocupó para albergar actividades de la Industria Militar y fue confirmado en 1937 para el uso de la Dirección de Industria Militar, hasta 1954. En adelante se ocupó por diversas dependencias de gobierno que, mediante continuas modificaciones y cambios de uso, produjeron el deterioro que sufrió en el S.XX.
*Fuente: Breves Apuntes para la Historia del Ex Molino de Belem, editado por la Secretaría de Seguridad Pública en 2009.
JVdM