Terminé la columna de la semana pasada con una pregunta que invitaba a imaginar la posibilidad de que los arquitectos sumáramos fuerzas para recuperar la ciudad. Ya la pregunta viene con una doble lectura: recuperar la ciudad para los ciudadanos o recuperar la ciudad para los arquitectos “…a todas luces se ve que juntos avanzaríamos más que en solitario. ¿Cómo?”
Supongo que el anhelo de mejorar la ciudad se agudiza desde la perspectiva de los arquitectos (nos pasa todo el tiempo). Hay que reconocer que nuestra formación nos hace pensar que cualquier espacio que pase por nuestros tableros, quedará transformado positivamente y para siempre, obviamente no es “tan así”. No hay ciudad sin política, sin sociología, sin economía, sin biología, sin ingeniería por su puesto, sin derecho. Pero la arquitectura es la construcción del espacio habitable y eso es, aunque utópico quizás, la ciudad ideal, su deber ser.
El miércoles de la semana pasada recibimos en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac México Sur a Elías Cattan, un arquitecto joven que lidera “Taller 13, Arquitectura Regenerativa” y que promueve el rescate urbano y del medio ambiente desde la perspectiva ecológica. El proyecto que le ha dado mayor visibilidad es el de la recuperación del Río de la Piedad, publicado hace pocos meses en diversos medios. Independientemente de que su conferencia fue verdaderamente buena, viene a cuento mencionar una luz que a mi parecer ayuda a vislumbrar los nada fáciles cómos. No sé qué tan utópico sea el proyecto del Río de la Piedad, es más, poniéndonos escépticos podríamos desconfiar y calificar de mediático el asunto, pero lo cierto es que no es muy común que una propuesta de tal calidad y relevancia para una ciudad, sea promovida por un colectivo de arquitectos, biólogos, ambientalistas y vecinos que además organizan “picnics ribereños en el camellón del viaducto”.
La sostenibilidad, lo sostenible o lo sustentable es una “caída del veinte” que necesariamente tiene que darse en toda la sociedad. Entender el daño que ocasiona el automóvil o el cambio de hábitos en nuestra relación con la energía o el agua, nos es cuestión de las autoridades, del desarrollador inmobiliario, o del poblador invasivo y expansivo de las ciudades. Simplemente te cae el veinte o no: está en uno. No es suficiente conocer o concientizar la realidad, la caída del veinte implica un paso más que representa compromiso, para romper la inercia.
Les comparto un encuentro reciente (no previsto) con vecinos de una barranca en Álvaro Obregón derivado de un encargo. Cuando me vieron tomando fotos se acercaron algunos y me preguntaron que para qué... Tardé buen tiempo en convencerles de que no pertenezco a ningún gobierno y que no les despojaría de nada. Al cabo de un rato se distendió el ambiente intercambiando opiniones sobre qué les gustaría recibir para su barrio. Nada de lo que yo hubiera imaginado; la arquitectura es lo último que les interesa (¡ni vivienda ni accesibilidad!). Cualquier idea la asociaban con algo que se les quitaría y de vuelta a convencerles…no abundo en el aprendizaje de esto porque es redundar. Lo que les dio más ilusión era tener un río limpio, “como antes”. Allí, en lenguaje llano y facilito encontramos un punto de acuerdo. “Si en verdad lo quieren, ya lo tendrán”...algo nos tendrá que costar “a fuerzas”, quizás más fuerza de voluntad que otra cosa…se podrá?
Hoy se está inaugurando la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia, México participa en esta ocasión con el tema “Cultura en Construcción”, una muestra dirigida por Miquel Adrià e integrada por proyectos, obras y fotos de obras en proceso de bibliotecas, galerías y centros culturales. Esta bienal exulta un mensaje fuerte de arquitectura “anti-espectacular”, y de lo que se ha podido ver hasta hoy en completa resonancia con la “caída del veinte”, llama la atención particularmente una propuesta de mega regeneración urbana Ciudad Socializante vs. Ciudad Alienante que reza en el pabellón de Venezuela: “Vivir mejor: razón de ser de la arquitectura”.
JVdM