Pertenecientes a cierta generación previa a la “X” (¿la “generación Jones”?), en realidad fuimos de las últimas que todavía pasaron por la Universidad sin computadoras. Nos tocó aprender AutoCAD habiendo salido de la escuela de arquitectura, gracias a algunos amigos más jóvenes que lo dominaron rápido, nos enseñaron, y ésta fue nuestra forma de subirnos al tren de la revolución informática de finales del siglo pasado, amén del Word, del Excell y del correo electrónico, obviamente. Los estudiantes que están hoy en las aulas de las universidades nacieron allí, justamente, en esa primera mitad de los años 90´s y pertenecen a la llamada generación “Y” que va desde los 80´s medios hasta la primera mitad de los 90´s, ya francamente ambientados y nutridos en Windows e Internet. En este contexto dominado por los avances tecnológicos que han revolucionado a todas las disciplinas, ciencias, artes y oficios, nos encontramos hoy formando a profesionistas que saltarán al campo laboral en un mundo cada vez más…revolucionado (difícil de adjetivar). La Educación en Línea viene a ser apenas una consecuencia positiva de todo esto. Veamos.
Educación en línea o a distancia (o “e-learning”) es, para empezar, mucho más que una herramienta; es un sistema nuevo de aprendizaje, una “auto-disciplina” con cierta tendencia a ocupar más asignaturas a cualquier nivel de estudios. No puede sustituir a la educación presencial, ya que no se trata de algo mejor o peor, se trata de algo diferente que desarrolla competencias distintas, nuevas, correspondientes a las actuales circunstancias de vida. Los beneficios que saltan a la vista de esta posibilidad son el ahorro de tiempo en desplazamientos y la flexibilidad de “tomar clase” a cualquier hora, es decir de manera “asíncrona”; beneficios para el alumno y para el docente por igual. También brinca a primera vista el tema de la evaluación, tareas o trabajos entregables con metodologías y necesidades completamente diferentes a las del sistema presencial (plataformas “LMS” Learning Management System, por ejemplo). Los tiempos, los asesores y las reglas en su conjunto son distintas…inclusive la parte administrativa como el pago al profesor o las equivalencias académicas han tenido que instrumentarse con protocolos nuevos; las materias o asignaturas se tienen que “armar” previamente dejando poco espacio para la improvisación pero…para las carreras creativas o para Arquitectura específicamente, ¿qué implicaciones tendría esto? ¿Quedaría subutilizada el aula sustituida por una especie de home-office o home atelier? La tradicional forma práctica “aprendiz–maestro”…el taller como lugar sagrado de producción del arquitecto, lleno de croquis y maquetas, de laptops y de plotters… ¿se pueden sustituir?, ¿arquitectos formados a distancia? No del todo. A nivel licenciatura el porcentaje de materias en línea va incrementándose poco a poco (no como alternativa sino obligatoriamente todavía), promoviendo gradualmente una cultura de auto-aprendizaje que precisa nuevos grados de responsabilidad y de compromiso. En arquitectura es difícil pensar que estas materias reemplacen siquiera en un porcentaje menor a la media a las presenciales. Para posgrado es distinto, la educación a distancia representa la posibilidad de estudio y de superación profesional antes impensable para profesionistas, por lo que ya existe cierta oferta de maestrías 100% en línea.
Aprender haciendo, aprendizaje dirigido “de la mano”, tutoriales, la necesidad de buscar información en vez de que te la den masticada y digerida en clase, sustituiría el “me lo enseñaron” por el “lo aprendí”. En este sentido, pero evitando entrar al océano de la pedagogía por la playa de las metodologías, y volviendo a nuestro caso de la arquitectura, que no se enseña sino se aprende (González de León), y que se aprende haciéndola (Attolini), esto no es más que la adaptación sostenida al mundo de hoy. “Estamos llamados a ser los arquitectos del futuro, no sus víctimas”. Richard Buckminster Fuller.
JVdM