Hace pocos días me preguntaba uno de mis hermanos desde Bogotá vía WhatsApp, ¿porqué aquí en Colombia usan tanto el ladrillo aparente? ¿Algún tema de mantenimiento?, como había que responder más o menos rápido le contesté: “han desarrollado ese sistema constructivo desde Rogelio Salmona…es lo que hay allí, como aquí los aplanados de color…son tradiciones constructivas que contribuyen a forjar nuestras identidades…creo que por eso Carlos Mijares ha sido muy bienvenido allá también, el uso del tabique…Si puedes ve al Fondo de Cultura Económica (del mismo Salmona), toda esa zona vale mucho la pena (El centro histórico de “La Candelaria”)…come un Ajiaco (sopa típica)…y un Juan Valdez! (café)…un abrazo!.”
Hace unos meses mi hijo mayor fue a Colombia; el único encargo que le hice fue un libro comprado en la maravillosa librería del Fondo; me trajo “Tríptico Rojo -Conversaciones con Rogelio Salmona” de Claudia Antonia Arcila, editado por Taurus. Perfecto. La portada blanca tiene enmarcado un bellísimo croquis de Venecia, a propósito de la columna de la semana pasada, a propósito de la pregunta del ladrillo y del verano que comienza propiciando en apariencia más tiempo para la reflexión…re-encontrarse con Rogelio Salmona (París, 1927 - Bogotá, 2007) es siempre una especie de refrescante paréntesis que nutre el profundo anhelo arquitectónico de un mundo más habitable...Cuando los libros son sobre algún autor –en este caso el Arq. Rogelio Salmona- prefiero los de entrevistas o conversaciones a los puramente biográficos o monográficos. Tríptico Rojo está integrado por una introducción “Umbral”, y tres capítulos: I “La Casa”, II “La Ciudad”, y III “El Paisaje”. Todos los subcapítulos están bellamente introducidos con poemas, reflexiones, fragmentos, y todo el libro está acompañado por espléndidos croquis y magníficos dibujos pertenecientes a los cuadernos de Rogelio Salmona. Si bien su arquitectura es sumamente pública y rizomática (término filosófico que Deleuze asocia a lo asimilado por las multiplicidades…), exulta poesía ineludible y sintomáticamente como resultado de la definición de su trabajo: “Prepararles a la hiedra y a los tiempos unas ruinas tan bellas como las que existen”.
Hace un par de años tuve la oportunidad de conocer Bogotá, y como era de esperarse quedé sumamente impresionado y emocionado con lo que puede ver de Rogelio Salmona. El Fondo de Cultura Económica (su última obra), las Torres del Parque y la Biblioteca Virgilio Barco. El tabique y el ladrillo fueron su vida hasta llegar a la erudición, el proyecto fundido al sistema constructivo. Como ocurre con la arquitectura de Carlos Mijares, la forma de construir, -en este caso la invención de aparejos y la búsqueda de nuevos acomodos del tabique- se convierte en una sabiduría y en conocimiento prácticamente científico. La “numerología” de los proyectos construye con “lógica y correspondencia” la poética del espacio. Poética como conocimiento del espacio y el tiempo. Economía a partir de materiales que garantizan un digno, por no decir magnífico envejecimiento, incluido el bajo coste de mantenimiento que bien advirtió mi hermano.
¿Y esta bocanada de anhelo de calidad perdurable cabe en “la realidad” cotidiana del precio más bajo, en cualquier clima, con cualquier mano de obra? En aquel viaje a Bogotá pudimos percibir entre muchos otros factores y particularmente por donde nos movimos, abundancia de universidades –por ejemplo-, estudiantes y amabilidad… quedamos en cierta idea que eso abona como ambiente propicio para una mejor arquitectura; es imposible pensar que la ciudad y su calidad es un fenómeno aislado. Sin los componentes educación (ilusión, confianza…) y economía (impacto social y dinero) es imposible.
El pasado sábado apareció un artículo llamado “México no está en Sudamérica” de Jordi Soler en El País, en el que se habla de la percepción que se tiene sobre México en España –no nos ubican en Norteamérica- y de asuntos que si bien tienen perspectiva ibérica en el cuerpo central del texto (la muy bien matizada relación de España con Latinoamérica), invitan a trasladar la reflexión latinoamericana al terreno de la arquitectura.
JVdM