El último evento del profuso programa del Primer Festival de Arquitectura y Ciudad “Mextrópoli” fue la presentación del libro “Arquitectura en México 1900 – 2010” de Fernanda Canales, correspondiente a la magnífica exposición del mismo nombre que se presenta actualmente en el Palacio de Iturbide del Fomento Cultural Banamex desde principios de diciembre del año pasado.
Gracias a la generosidad de un entrañable amigo que me hizo sin-par regalo, tengo en mis manos desde anteriores días el icónico libro; icónico tanto por su poder de recreación visual e histórica, como por su gran valor documental que establece indeleble y cronológicamente los acontecimientos arquitectónicos que forjaron la modernidad habitable de México, su construcción.
Frente a sendos volúmenes, una vez tomada la decisión de imbuirme en ellos (observo requerir de no cualquier tiempo) lo primero que advierto es que resulta mejor abrir los dos tomos al mismo tiempo. De la misma manera azarosa en que la exposición atrae magnéticamente, el libro dividido en sus dos masas nos atrapa inevitablemente desde las fotografías. Sin el habitual orden de una novela o de un cuento, nada más abrirlos al azar nos sumerge en un asombroso viaje de fotografías estupendas: de Obras de arquitectura –muchas conocidas, algunas olvidadas, otras desconocidas-, de arquitectos, de sus despachos; de Arte en formato de pintura, murales, vitrales, esculturas, celosías, ensamblajes; de Diseño de objetos, de accesorios, de mobiliario maravilloso, de carteles y de publicidad hasta el diseño urbano o de la ciudad; de Pensamiento en forma de publicaciones, libros, monografías, revistas o de ensayos, y la teoría integradora de la reflexión y el análisis de las formas, su fondo; y, por último, de Arquitectura del Siglo XXI, narrando una “historia presente” que lejos de detenerse se acelera día con día planteando nuevas preguntas sobre lo que construiremos en el futuro.
Antecedido por un protocolo editorial impecable con presentaciones de Manuel Medina Mora, Alfredo Harp Helú y Roberto Hernández Ramírez, prefacio de Cándida Fernández de Calderón y un proemio (“El Cuchillo de Obsidiana”) de Luis Fernández-Galiano, el titánico libro -“archivo de archivos”- como lo define la autora aludiendo a (cierta genealogía de) Michel Foucault, está “contado” a partir de una estructura integrada por líneas de tiempo y mapas bellamente representados que permiten visitarlo –recorrerlo de la mano- tanto cronológica como temáticamente por caminos que se cruzan tejiendo La Construcción de la Modernidad, de la que el libro toma su apellido y dedica su primer capítulo. La reflexión de Octavio Paz “condenados a ser modernos” se materializa sin cortapisas en el proyecto de la Ciudad Universitaria tomando un papel preponderante en esa “hipótesis”, acaso velada, sobre lo construido en México en el Siglo XX desde el “Diseño de Una Identidad”, la suya, moderna, y la nuestra, nacional, que titula el segundo capítulo del exhaustivo y riguroso trabajo de investigación.
En diciembre del año pasado escribí sobre la exposición “Arquitectura en México 1900 – 2010” habiéndola visto apenas un par de veces; en aquella ocasión me detendría en “revisar cómo buena parte de lo exhibido en la última sección (siglo XXI) resume y exulta un regreso a la racionalidad como cierta re-incorporación al mundo global… “La memoria siempre ha de llegar a su desitno”, habré de profundizar en ello en posterior texto”.
La pausa intuida allí, el reparo y el regreso a la racionalidad entendida desde formas utilizdas con anterioridad, tendrá que ver con valores atemporales (además de la perdurabilidad de los edificios) y con la narrativa de la “historia presente” a la que aludía arriba. La parte final del siglo XX corresponde al inicio de una revolución tecnológica –que produjo cuestionadas arquitecturas espectaculares- que se acelera día a día de forma “hiper-conectada”. ¿en qué se diferencia el hombre del siglo XX al del XXI? Así, hiper-conectados, la posible llegada de la memoria a su destino se gestó quizas, desde La Construcción de la Modernidad.
Estas breves líneas con felicitaciones de nueva cuenta a quienes particiapron en la elaboración de la monumental obra impresa, al Fomento Cultural Banamex, y una enorme enohorabuena a la Dra. Fernada Canales por haberlo conseguido.
JVdM