Esta reflexión no borda exclusivamente sobre el centro histórico del DF, mi ciudad, sino sobre todos los que conozco, o del concepto, si se prefiere, reconociendo que lo hago de forma subjetiva y desde la total percepción.
Por una parte, hoy por hoy reulta impensable un centro histórico sin periferia, es más, su definición se debe a la periferia misma como expansión territorial y cronológica que nació en un asentamiento que por ciertas cualidades alcanzó el grado o la dignidad de “centro histórico”; acaso el azar “histórico” de la escala, la factura o de la geografía haya destilado por igual el concepto –acaso artesanal- de “pueblo mágico”, a saber, también fascinante...
Si recurrimos a la definición de arquitectura de Octavio Paz (que, aunque en proceso de desgaste es inagotable), “…testigo insobornable de la historia, porque no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad, sus intenciones..." veremos que aplica (sin problema) a los centros históricos porque cualquiera que sea, nos cuenta cómo era la vida cunado se hicieron sus edificios, sus calles y su configuración misma…
Hay hechos históricos que naturales o no, modifican lo histórico de los centros. Siempre me ha fascinado escuchar a los arquitectos mayores hablar de sus tiempos de estudiantes en el Centro (histórico), en el edificio de la Academia de San Carlos, donde estaba la Escuela Nacional de Arquitectura, por ejemplo… La Construcción de la Ciudad Universitaria, totalmente periférica para la época, es un hecho que modificó como golpe de timón el desarrollo de la ciudad en su centro histórico, significó una especie de éxodo.
Como arquitecto me interesa particularmente cómo se construía. Los centros históricos seducen a quienes nos gustan las “piedras viejas”, como se dice popularmente. Me sigue impresionando sobremanera que las catedrales –léase los edificios “antiguos”, “no tuvieran varillas”, también por ejemplo, de allí que las techumbres estén reconstruidas en su gran mayoría…pero ¿como es que se mantienen hasta ahora con esa categoría? ¿De donde su digna longevidad?, ¿es porque son de piedra y hechos a mano? Pero en ese caso, ¿en que se diferencian de los centros ceremoniales o simplemente arqueológicos?
Otra cuestión que resulta imprescindible precisar es su ubicación no necesariamentente como centro magnético o geográfico. Por ejemplo Panamá tiene un centro histórico prácticmanete periférico, que es su “Casco Antiguo”, recientemente reconstruido y revalorado en sus atributos de bien turístico y bien raíz…
A final de cuentas hablar de centros histórcios es hablar de herencia y por lo mismo de salvaguarda, ¿qué tanta historia o tiempo es necesario para que un lugar pueda considerarse un centro histócio? ¿Un downtown puede se un centro histórico? Por ejmplo Manhattan, o urbanizaciones del siglo XX tendrían vocación de convertirse en cemntros hostóricos?. Quizás resulte impensble; desde mi perspectiva, (contra lo que más desearíamos los arquitectos) la velocidad desatada desde la industrilización del siglo XX se antoja inversamente proporcional a la longevidad de la arquitecutra necesaria para integrar centros históricos (no necesariamente, por supuesto). Así caemos en la cuenta de la responsbildiad de su salvaguarda, para desarrollar otras habilidades, quizás de exaltación, reutilización e integración. El tiempo siempre mimetiza distintas épocas, a saber, y eso resulta esperanzador. Los centros históricos pueden evolucionar, por supuesto.
JVdM