Durante la primera sesión de cualquier curso que imparto hablo de una “Ley de la Posición” que establece que, frente a cualquier situación o circunstancia que se presenta en la vida, siempre hay una posición desde la cual la cosa se ve mejor y en donde se está mejor parado frente a tal o cual escenario. Se trata de una manera de ver las cosas con perspectiva de espacio, “posición”, quizás muy común para un arquitecto, en donde la acción del verbo moverse o “ponerse”, está ahí, sin percibirse a primera vista. Tal planteamiento es útil para este tiempo del Covid-19, en el sentido de los movimientos que debiéramos hacer para ponernos en la mejor (o menos mala) posición posible frente al histórico y complicado fenómeno. Aislamiento social, cuarentena, guardarse, quedarse en casa inmersos en un caleidoscopio de información con más incertidumbres que certezas, ante/frente una encrucijada dificilísima que presenta, a primera vista, a dos vectores entrelazados de forma antagónica: salud y economía (se lee y se escucha recurrentemente que la pandemia dejará más pobreza que muerte, o más muerte por pobreza que por el coronavirus, inclusive). En un plano más profundo se advierte con relativa claridad que estamos frente a un ajuste de nosotros mismos con el medio ambiente, con la Naturaleza, un ajuste de la Vida con nuestra forma de vida; repentinamente estamos descolocados -por un virus-, en un tiempo que paradójicamente es privilegiado (aunque aún no para todos desafortunadamente) gracias a la pseudo ubicuidad que hemos construido con la interconexión y las comunicaciones. Ese inminente ajuste en tanto movimiento, implicará un inmenso aprendizaje, esperanzador para el ser humano…con toda seguridad. (Everybody´s Got to Learn Sometime [Beck]/ Pomplamoose – YouTube).
En todo este panorama encuentro tres perspectivas que acaso arrojan algunas preguntas pertinentes que interesan particularmente desde la Arquitectura.
01 La vivienda y la ciudad
El actual aislamiento social obligado exhibe notablemente la imprescindible relación entre la vivienda y la ciudad. No se puede comprender la una sin la otra. Si pensamos en una casa aislada, periférica a cualquier población, en algún territorio lejano o en un suburbio (The World Most Extraordinary Homes / Netflix), ya nos cuesta trabajo imaginarla sin Wifi o sin una alacena que se asemejaría a un 7-Eleven. En el diluvio de videos de WhatsApp alusivos a la pandemia, se ve gente (personas o familias) aislada en sus departamentos, que como los que ahora proyectamos, por ejemplo, de alrededor de 90 o 100 metros cuadrados con dos o hasta tres recámaras, resultarían escalofriantes si no tuvieran una ciudad que los arrope con un jardín, un parque, o una planta baja comercial, mejor aún un barrio, o sin un balcón o terraza que conecte decorosamente con el exterior dándole un respiro al interior. Lo cierto es que el filtro de distorsión de la pandemia, provoca la mutación de la vivienda en tanto refugio, a un encierro. Si a esto agregamos la convicción de que el ser humano está diseñado para caminar y para socializar, se comprueba la distorsión en su máxima expresión, una de la que debiéramos capitalizar mayor aprendizaje. En ese sentido, así como un reglamento de construcción se modifica después de un terremoto, por ejemplo, este pudiera ser un buen momento para repensar el modelo de vivienda en cuanto a nuevas posibilidades de formas de vida, más allá de fórmulas inmobiliarias conocidas como las de regresar a los centros metropolitanos u olvidarnos de las ciudades dormitorios. (Los videos de los italianos o los españoles cantando desde sus balcones repletos de personas son un ejemplo del repensamiento y/o aprendizaje de una gran lección, por ejemplo, el “balcón” como signo de solidaridad y la esperanza en el ser humano).
02 Las construcciones y la práctica profesional
Mientras diversos grupos de estudiantes se manifestaban razonablemente pidiendo la suspensión de clases en la Universidad el lunes 16 de marzo –feriado-, los arquitectos con obras en proceso nos preguntábamos qué hacer; qué pasará con los albañiles, contratistas o proveedores en el caso de una suspensión generalizada de las construcciones por aislamiento social o cuarentena. Así, la primera señal de que en nuestro país estará (más) peliagudo enfrentar al virus, demasiada población que vive al día, o a la semana como los albañiles, o al mes; demasiada economía informal, demasiada gente que no puede dejar de trabajar dos días porque se le viene abajo todo, demasiada desinformación, y desencuentro con mensajes...encontrados. Busqué a colegas que muy amablemente me anticiparon que no tenían nada decidido, pero que más bien sería algo consensuado con su gente al día siguiente. El martes coincidimos en que no había más opción que seguir adelante, y tratar de mitigar en la medida de lo posible el latente contagio; además del nerviosismo de nuestros clientes, es muy preocupante el tema de la movilidad de la gente a las obras en transporte público.
El pasado viernes 20 de marzo pusimos la oficina a distancia, ahora solo estoy yo, privilegiadamente a dos o tres minutos caminando desde casa, aunque algunos seguimos visitando las obras con las medidas de precaución que podemos tomar. El trabajo de gabinete puede ser en línea temporalmente, pero el trabajo de campo no, en tanto no construyamos con robots al cien por ciento. Tal escenario –aparentemente lejano todavía- invita a llevar más allá la reflexión sobre el desarrollo sostenible, en nuestro caso en lo que toca a las ciudades, a los edificios y a la construcción. BigData (ver How China contained the coronavirus -should we copy en you tube), Arcgis, Revit, Project, o por supuesto la fabricación digital. La Arquitectura con mayúsculas siempre ha incorporado nuevas tecnologías y así en la actualidad, sobre todo con el manejo de información y de datos, podemos planear ciudades, proyectar edificios y construirlos de nuevas maneras. En estas condiciones y en este contexto ¿cómo podemos convertir en algo bueno todo lo que está sucediendo? Amén de los excelentes artículos sobre el tema de la pandemia (Coronavirus: El Martillo y la Danza de Tomás Pueyo / traducido por Tito Hubert o The balancing Act in Mexico’s COVID-19 response de Alberto Diaz-Cayeros) y las cuestionadas estrategias que ha tomado México para enfrentar al virus, sabemos que la solidaridad y el tejido social particular de los mexicanos en eventos como este, es como la fibra de carbono, muy fuerte y altamente resistente, aunque no sabemos si será suficiente o medible.
03 La enseñanza de la Arquitectura
El pasado mes de febrero escribí un texto que antecede a este en el blog, pero no difundido porque está (todavía) previsto como ponencia para el Congreso Nacional de la 103 reunión Nacional de la Asociación de Instituciones de la Enseñanza de la Arquitectura de la República Mexicana A.C. (ASINEA), a celebrarse del 6 al 9 de mayo de este año. Se titula Realidad e idealización en la enseñanza de la Arquitectura, ASINEA 2020.
Habiendo migrado a las clases en línea arrinconados por el coronavirus (desde el pasado 17 de marzo) creo que al citado texto no habría que cambiarle mucho salvo en la parte de la educación en línea o a distancia; es innegable que la contingencia nos obligó a avanzar muchísimo en algo que parecía todavía lejano -particularmente en las clases de proyectos de todos los niveles- y en este ámbito estamos aprendiendo a gran velocidad el manejo de diversas plataformas, e inclusive descubriendo nuevas herramientas pedagógicas, a saber. Ya anticipamos que cuando regresemos a los talleres, valoraremos más que nunca las revisiones presenciales en papel, el lápiz, la pluma, el plumón o la tinta, al igual que salir a caminar o tomar café en un nuevo clima de reconciliación con la Naturaleza, por decir lo menos. Los invito a seguir leyendo el citado texto aquí.
JVdM
P.D. La cantidad y la velocidad de la información son ingentes. Gracias a quienes comparten la imprescindible oportunamente.