Invitado al desayuno del Consejo de Egresados de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Anáhuac México, presenté ayer nuestro plan maestro para su futura infraestructura a emplazarse en el campus Sur de nuestra Universidad. El centro de la exposición no fue sobre el programa o los detalles arquitectónicos de los edificios, sino la flexibilidad y la adaptabilidad de la arquitectura, necesarias en un contexto pedagógico en el que los nuevos centros de simulación, por ejemplo, son fundamentales para la formación de los futuros médicos. La presentación fluyó muy bien, pero la oportunidad personal de estar en un desayuno de egresados de una disciplina completa y aparentemente distinta a la Arquitectura resultó más interesante. Además de dos presentaciones subsiguientes a la mía por parte de la Facultad de Medicina a sus egresados, en las intervenciones finales capté algunas iniciativas similares a las que se hubiesen escuchado en una escuela de arquitectura:
“No hay que formar profesionales que saben mucho y no sirven para nada. Mejor enseñar a pensar y a respetar.”
Tendría que ver con el oficio, en nuestro caso algo así como la frase de Antonio Attolini, “soy un arquitecto de hacer, no de “decir”, y aunque recurrentemente se presenten diversas circunstancias similares en la vida, siempre actuamos caso por caso, a saber.
“En el centro de simulación no pueden haber risas ni bromas, hay que actuar con rigor y disciplina, el maniquí es un paciente”.
Se refiere al “jugueteo” del aprendiz, por supuesto. La formación de los médicos tiene cierto dejo “militarizante” que independientemente a lo que está en juego, coincide con la obsesión característica de un arquitecto.
“El emprendedurismo es ya una habilidad imprescindible en un ámbito profesional altamente competido”.
En arquitectura el emprendedurismo tiene un fuerte ascendiente hacia el desarrollo inmobiliario, aunque por supuesto que no necesariamente. Durante el comentario y el mensaje del Director de la Facultad de Ciencias de la Salud, se mencionaron casos como de laboratorios o clínicas especializadas. Yo pensé en el caso del hijo de un amigo que creó una App tipo Uber o Airbnb diseñada para conseguir enfermeros o cuidadores para pacientes en casa. En Arquitectura ya está la App “Design Home”; se trata de un juego, pero nos hace urgente mirar al FabLAB y a la Maestría en Fabricación Digital en la Anáhuac, en donde ya desarrollamos un pensamiento computacional como paradigma de diseño.
“Tanto la enseñanza como un hospital completo, debe ser multidisciplinar, hay muchísimas ingenierías, administración turística –alimentos y bebidas-, arquitectura de interiores.”
Tanto médicos como arquitectos, sentimos que nuestras carreras son la base de “todo”, salud o habitabilidad. Psicología o Diseño fueron hasta hace no mucho carreras accesorias. Ahora no, al contrario. El cirujano sin un radiólogo o un anestesiólogo quizás sea como un arquitecto sin estructurista o cualquier otro ingeniero en instalaciones. Con necesaria humildad hay que reconocer nuestros límites, y que cada día son más importantes los estudios de posgrado en nuestras prácticas profesionales. En la experiencia lo tienen más claro los médicos (la licenciatura es apenas un primer paso) que los arquitectos. Nuestras maestrías de Arquitectura de Interiores o de Arquitectura Sustentable tienen campos de conocimiento y de trabajo ingentes para el desarrollo de la arquitectura o del urbanismo, inclusive desde el nuevo Doctorado en Diseño y Arquitectura.
“La Tercera Edad es un campo muy desatendido –no solo en el sector salud, de urgente necesidad”
Recordando el texto Con Perspectiva del pasado 8 de mayo “Unidad Independencia”: ¿estaría la arquitectura para la tercera edad en el terreno del IMSS? Quizás, pero por vía de mientras ya es una oportunidad interdisciplinar, cuando menos entre Arquitectura + Medicina.
JVdM