En cierta ocasión hace pocos años tenía que estar a las 9:00 de la noche en la Colonia Condesa y estaba a las 8:00 pm en el campus Sur de la Universidad Anáhuac, sin pila, sin coche, y no había nadie que tuviera un cargador. Mi hijo tocaba uno de sus primeros conciertos en el Bataclán. Pues ni hablar, tuve que llamar al “Sitio El Potrero”, que es el más cercano del campus Sur: “¿Tiene carros?” – “Si” – “¿Me puede mandar uno?” - “Si, ¿a dónde?” - “a la explanada de la Universidad Anáhuac” - “¿a dónde lo llevan?” - “a la Colonia Condesa” - “ok va para allá, es un Chevi rosa”. Llegó más o menos rápido. Me subí y el taxista me preguntó si tenía alguna ruta, él tampoco traía celular ni GPS ni nada. Entonces me dí cuenta que yo ya estaba habituadísimo al “Waze” o al “Maps” de Uber. “Pues por la Supervía para tomar periférico, segundo piso, salir en viaducto, Nebraska, Minería, Saltillo y luego preguntamos por allí”, le dije. “No traigo Tag”, respondió. Pues entonces, “usted es el experto”, le respondí y me llevó por donde pudo. Ya más o menos cerca del Bataclán –tarde- estuvimos dando vueltas hasta que llegamos al lugar, quise pagar al taxista pero me preguntó si “no traía cambio” (…). Ni navegador, ni Tag, ni forma de pago…ni hablar del servicio.
Uso uber (con minúscula para usarlo como genérico de Uber, Didi, Cabify, o Beats) prácticamente desde que Uber inició su servicio en la Ciudad de México. Todos, supongo, padecimos los inconvenientes que la aplicación presentaba al principio, como en una especie de curva de aprendizaje de la nueva forma de movilidad. Pedir o “pescar” el coche con suficiente anticipación, la falta de Tag de los choferes para pasar por la Supervía, el bloqueo de las tarjetas de crédito por seguridad del banco o de la aplicación, la falta de atención personalizada para quejas o reportes, el abuso de las tarifas y/o las “tarifas dinámicas” sobre todo antes de que llegara “Didi”. Sin embargo, he preferido por mucho esa movilidad –uber- que la del taxi o la del automóvil, inclusive; el último que tuve fue un Smart, plateado/convertible/ pero que vendí cuando me di cuenta que me dolía la espalda fuertemente cuando no rodaba por lo “lisito” (lumbago o lumbalgia…). Didi entró con mucha fuerza hace algunos meses, y más recientemente Beats, aunque no con tanta fuerza pero más o menos bien, puedes pagar en efectivo; también uso Cabify pero menos, y automóvil, lo menos posible en la ciudad. En todo ese tiempo he hablado con cientos de choferes, excelentes, buenos, regulares y malos, como diría Fernando González Gortázar en referencia a los tríos musicales. Me consta que cuando son propietarios de los vehículos son mejores que cuando son choferes contratados por los dueños. Generalmente prefiero ir adelante, porque así voy más alejado de las llantas, cuidando la espalda, según yo. Uso el Eco-Bus cuando bajo de la Universidad al despacho en San Jerónimo, es muy conveniente porque pasa por la Supervía y me deja muy cerca, además de que me gusta caminar. Estoy convencido de que la equivalencia coche–uber debería ser “coche_con_chofer–uber” porque localizo allí, justamente el verdadero “cómo” del cómo podríamos cambiar la comodidad del automóvil por la de otro tipo de transporte, en tanto no haya un transporte público de calidad, eficiente, y con distancias caminables urgentes para nuestro tiempo. La diferencia está en ir manejando, oyendo el radio cuando mucho, o ir viajando y leyendo (ya no me mareo en lo absoluto), viendo tu WhatsApp, tus mensajes, tu Facebook, tu Instagram o… hablando por teléfono.
En fin, no muchos comulgan todavía con esta forma de movilidad en absoluto. “No estamos en Copenhague o en Suiza, además ya no es tan seguro viajar así, hemos oído historias de terror”, se escucha todo el tiempo. Quizás, además porque la topografía no ayuda a moverse en bici, en mi caso, por lo menos…Que cantidad de energía y dinero cuesta moverse, sobre todo si estamos diseñados para caminar! Qué privilegio los que se pueden darse el lujo de vivir y trabajar cerca. La verdadera calidad de vida. Valdría la pena reflexionar sobre la movilidad en moto, otra alternativa, pero en otra ocasión.
Dicho lo anterior, y en relación a las manifestaciones de anteayer en la Ciudad de México, deberíamos considerar que los taxistas están enojados, porque para tener un taxi en nuestra Ciudad hay que pagar una importantísima suma de dinero al Gobierno de la Ciudad, realizar infinidad de trámites, y, en resumen ellos se manifiestan bloqueando las principales calles de la ciudad para que las autoridades los pongan en igualdad de condiciones y puedan competir con los ubers, y no para que estos desaparezcan y regresemos al pasado…disculpándome por el sarcasmo pero “ya hay mesa de diálogo”.
JVdM